La crisis por la falta de agua ya no es noticia por estos rumbos. Con fenómeno o sin fenómeno, con temporal o con sequía, con lluvia o sin ella, el servicio del preciado líquido al este de Santo Domingo sigue siendo el gran tema pendiente al este del cantón. Que lo diga la gente que tiene más años de vivir aquí y que viven extrañados de que en el
vecino San Isidro o en los vecinos Moravia y Tibás gocen de un servicio mejor que el nuestro, en manos de entidades especializadas como la ESPH o el AyA. Muchos opinan que la Municipalidad debería enfocarse en las cosas que sabe hacer bien, como por ejemplo cobrar nuestros impuestos, y dejar que expertos en H2O tomen las riendas del acueducto para buscar una solución definitiva.
La municipalidad nos ha quedado debiendo a los distritos del este del cantón en cuanto al manejo del recurso hídrico
La Municipalidad pide solidaridad. Yo pido una solución a largo plazo. Me piden ahorrar agua, yo pido mayor control al desarrollo urbanístico. Si hay racionamiento, que sea tieso y parejo, ¿o es que la Fuente Pérez que surte al oeste no se seca también en verano? Seamos serios, o hay agua para todos o mejor vamos solicitando a otro cantón con mejor Alcalde que nos adopte como su nuevo distrito. Dicen que las guerras en el futuro no serán por territorios o petróleo, sino por este líquido vital, el cual por cierto a mi casa ha llegado en diversos colores, olores y sabores, tanto antes como después de la inversión millonaria que se hizo en el acueducto. Me he enterado además de las dificultades de muchas familias domingueñas que les cortan el servicio desde buena mañana y sin previo aviso.
La población aún no ha dimencionado en su totalidad la importancia del ahorro del agua
Sigo pensando que hay dos santo domingos, el que lava sus carros y riega sus jardines, y el otro que la ve de cuadritos para enviar a sus hijos a la escuela y preparar sus alimentos.
No hace falta ser un erudito en temas de agua para cuestionarse porqué si vivimos al borde de montañas, ríos y bosques, tenemos que andar pulseándola todo el año para bañarnos, lavar la ropa y cocinar, por mencionar sólo algunas de nuestras actividades acuo-dependientes. ¿A dónde se llevaron nuestra agua? ¿Fuimos nosotros los culpables por no estar encima de los que en el pasado tomaron decisiones respecto a la administración de este líquido vital? ¿Son las tomas superficiales la cruz que llevaremos los de Tures, San Miguel, Pará y Paracito por el resto de nuestras vidas? Yo no sé usted estimado lector, pero yo sí fui a votar en las pasadas elecciones municipales y lo hice por el grupo que prometió resolver este problema. Lástima que no quedó.
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